El Presidente tiene una mala experiencia política. En su provincia, de 200 mil habitantes, el 50% de la fuerza laboral son empleados públicos que lo votaron metódicamente. El gasto público es sustentado por regalías petroleras. Consiguió la reelección indefinida de gobernador, sin control de sus actos ni de la ilegítima inversión de fondos públicos en el exterior. No es un modelo a seguir para superar los problemas de la Nación.
El superávit del Gobierno Nacional está sostenido por impuestos insensatos, la inflación está tapada debajo de la alfombra, el mejoramiento se debe al rebote de la crisis y la suba de precios internacionales, pero los niveles de empobrecimiento y la brecha entre ricos y pobres son un escándalo social.
El error deviene de repetir su experiencia provincial, creer que comprar dirigentes y votantes asegura el dominio político; que la corrupción es un mal menor; que los dineros públicos se pueden dilapidar; que el cuerpo social es fácilmente manejable; que hay que señalar enemigos para distraer la atención publica; y que el dominio de los medios de comunicación crea el dominio del sentir ciudadano. Es un fraude.
Esos conceptos destrozan el tejido social y terminan inexorablemente mal. El país necesita orden y que se respeten sus valores culturales.
20/10/2006
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar
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