viernes, junio 13, 2008

Sistema presidencial o parlamentario

Los últimos ocho años de presidencialismo están dejando huella en el consenso público, que el sistema presidencial en los términos de nuestra Constitución, desde 1853 a la fecha, ni asegura ni permite el ordenamiento político de la Nación. Si el sistema hubiera sido parlamentario, no podrían haber sido Presidentes (“jefe supremo de la Nación, jefe de gobierno y responsable político de la administración general del país”), ni Puerta, ni Caamaño, ni Rodríguez Saa, ni Duhalde, ni Kirchner, ni Cristina Fernández de Kirchner, ésta última con grandes posibilidades de ser removida institucionalmente por el Parlamento. Todos fueron nombrados en contubernios o por el dedo del Presidente saliente, a espaldas de la ciudadanía.
El presidencialismo argentino abre el camino a la concentración del poder y no existen mecanismos institucionales de fácil aplicación para remover a un presidente autócrata o incompetente. Trastornó nuestra historia política de los últimos ochenta años y es un atasco institucional.
En el parlamentarismo, el Jefe de Gobierno es designado por el Parlamento, que tiene la facultad de removerlo por una simple votación. La remoción es un procedimiento institucional. El Presidente tiene la responsabilidad de cumplir y hacer cumplir la Constitución.
Debe enmendarse la Constitución, que debe decidirlo la ciudadanía.

13/06/08

Dr. Marcelo Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar

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miércoles, junio 11, 2008

Impuestos regresivos

Cuando algo malo hace volver hacia atrás, es nocivo o contraproducente se lo designa genéricamente como regresivo. Los impuestos restan a la población una parte del fruto de su trabajo, para pagar la dilapidación, ineficiencia y corrupción del Estado. Hay estimaciones que la mayoría de los argentinos trabajan la mitad del año para pagar impuestos al barril sin fondo de los crecientes gastos del Gobierno federal. Es una infamia, agravada porque los más perjudicados son los más necesitados. Los impuestos son regresivos.
Políticos y pseudo académicos desinformados, sostienen que los impuestos al consumo son regresivos, por lo que defienden gravar las ganancias y la inversión de capital, que no sería regresivo. Es proponer “pan para hoy y hambre para mañana”. La exigencia social es aumentar los ingresos de la población, solo posible si la sociedad puede ahorrar e invertir, producir más bienes, absorber la desocupación, mejorar salarios, y pagar los gastos del Estado nacional, limitándolos para que no avance sobre las provincias.
Los impuestos al ahorro, a las ganancias, y a la acumulación de capital, impiden la inversión privada de capital, estancan la economía y condenan al pueblo a vivir en la pobreza. Se generalizaron el siglo pasado, en el clima de pelea ideológica entre capital y trabajo, hoy superado. Esos impuestos son estructural y gravemente regresivos. “Matan la gallina de los huevos de oro”.

11/06/08

Dr. Marcelo Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar

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lunes, junio 09, 2008

Presidentes y revoluciones

Los excesos del unicato de Juárez Celman, generaron la revolución de 1890, y su caída. El deterioro mental de Irigoyen, generó la revolución de 1930 y su caída. El desdén de los derechos políticos ciudadanos por Castillo, generó la revolución de 1943 y su caída. La violación de los derechos y libertades ciudadanas por Perón, generó la revolución de 1955 y su caída. La política sinuosa de Frondizi, generó el golpe de Estado de 1962 y su caída. La inoperancia de Illia, generó la revolución de 1966 y su caída. La ineptitud y carencia de idoneidad de Isabelita Perón, generó la revolución de 1976 y su caída. La ciudadanía había elegido a los presidentes y después los destituyó, por falta de mecanismos institucionales eficaces para removerlos. La incapacidad de conducción de Cristina Kirchner no se sabe como terminará.
El presidencialismo argentino no se reduce al presidente. Es un sistema de acumulación incontrolable y viciosa de poder político-económico. Legisladores, ministros, gobernadores, jueces, intendentes, sindicalistas, empresarios, etc., que rodean al presidente, son sus incondicionales porque mantener el sistema les asegura los beneficios del poder.
El presidencialismo es perverso. Debe remplazarse por el sistema parlamentario, que impide la autocracia, porque el Parlamento puede deponer al Primer Ministro, Jefe del Gobierno, sin quiebres institucionales.

09/06/08

Dr. Marcelo Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar


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