jueves, agosto 11, 2005

Gobierno del Pueblo

La corporación de partidos políticos se ha apropiado del derecho a designar a los representantes del pueblo. Con el voto obligatorio de la Constitución, la ciudadanía debe votar a representantes de los partidos políticos, que no son representantes del pueblo. La ciudadanía desconoce mayoritariamente a quien vota, careciendo de posibilidades de controlarlos cuando han resultado votados. El gobierno no es del pueblo sino de la corporación política. El sistema electoral está fuertemente cuestionado por la sociedad por la ineficiencia y corrupción de los representantes de la corporación. Debe cambiarse por el sistema de circunscripciones uninominales, para que el pueblo sepa a quien vota y pueda controlar su desempeño.
Sin control ciudadano de sus representantes, los gobernantes deciden a espaldas del pueblo y usan el poder para sus intereses personales o corporativos. Son una barrera infranqueable que impide a la población gobernar su propio destino. El sistema electoral actual no es ni democrático ni republicano, es un fraude. El gobierno está en manos de los más audaces e inescrupulosos, con contubernios y trenzas de reparto de posiciones y privilegios. Los ciudadanos debemos eliminar el poder corporativo.

11/8/2005
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar
Centro Segunda Republica
Tel.: 4815-8584

martes, agosto 09, 2005

Austeridad

El hombre austero es severo, ajustado a las normas de la moral, sobrio, sencillo, sin ninguna clase de alardes. Esos hombres hicieron la Argentina que sorprendió al mundo. Los argentinos que tiraban manteca al techo en París, señalados como “ricos como argentinos” eran una escasa minoría que encandilaba, pero no representaba la realidad de esfuerzo y trabajo de nuestro país. Inevitablemente desaparecieron.
El país está empobrecido y continúa en su descenso, apareciendo otra minoría de ricos, los que están en el poder y sus favoritos, que hacen ostentación de riqueza y corrupción con desprecio de las virtudes de la austeridad. Deben desaparecer.
No se puede pedir austeridad al pueblo enterrado en la pobreza y la indigencia ni a la clase media que se deteriora día a día en su nivel de vida. El cambio de conducta y la valoración de las bases culturales nacionales deben nacer del ejemplo de los gobernantes, que hoy no muestran aptitud para ese cambio. El despilfarro del dinero del pueblo, olvidando educación, jubilados, etcétera, es el lamentable modelo.
En un país empobrecido, los grupos dirigentes de la sociedad deben ser austeros. Es el deber del momento.

9/8/2005
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar
Centro Segunda Republica
Tel.: 4815-8584