miércoles, febrero 14, 2007

Igualar hacia arriba I

IGUALAR HACIA ARRIBA – I de XIII
La caída

Un dirigente del gremio bancario estatal, que tenía mejores sueldos que los de otros gremios, decía que no había que bajar los sueldos, porque esto era achatar, igualando para abajo, en la pobreza. Sin ser académico en ciencias políticas, ni en ciencias económicas, ni psicólogo social, ni socialista o religioso defensor de desposeídos, decía una penetrante verdad.
La perorata que agitan algunos grupos de dirigentes o mejor dicho, de trasnochados dirigentes, que la pobreza está causada por la mala distribución de la riqueza es una falsedad conceptual. La pobreza es la consecuencia inevitable de la imposibilidad de la sociedad de producir los bienes y prestar los servicios necesarios para cubrir las necesidades de la población. Las sociedades ricas, producen riqueza para todos. En las que no producen riqueza, la pobreza se convierte en un círculo vicioso.
Argentina destruyó su capacidad de crear riqueza desde fines de la década del 40, lo que está documentado en todos los estudios comparativos mundiales. Es inadmisible la caída del ingreso per cápita que sufre el pueblo, con las riquezas que tiene el país y la calidad de su población. La perversa crisis del 2002, y la actual política económica, siguen empobreciendo al 70% de la población. Se está igualando para abajo. Para igualar hacia arriba, no hay alternativa: - el sector privado debe invertir para crear riqueza.

14/2/2007

Dr. Marcelo J. Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar

N.B: Se autoriza su difusión

martes, febrero 13, 2007

Responsabilidad social y humana

Desde 2002, la política del gobierno ha empobrecido al setenta por ciento de la población del país, con muchos de ellos en la indigencia. Como contrapartida, enriqueció inmoralmente a una exigua minoría. La política socialmente distorsionante se mantiene y la calamidad persiste. Los índices aritméticos de crecimiento económico son una ficción de cara al empobrecimiento de la mayoría del pueblo. El gobierno dispone aumentos de sueldos que rápidamente son anulados por la inflación y regula tarifas y precios que generan corrupción y desabastecimiento. El país es prisionero de la irracionalidad, la corrupción política y de ideologías perimidas.
Los tres poderes del Gobierno federal tienen la responsabilidad social de corregir la depredación a que se somete al pueblo. Con la perversa autocracia instalada por el Presidente y sus subalternos, no es esperable que los otros dos poderes cumplan con sus responsabilidades.
El autócrata comete aberraciones con la bandera de los derechos humanos, reavivando la guerra civil que sufrió el país, aunque la inmensa mayoría ciudadana ya ha superado la tragedia. Pero el autócrata desatiende el primer derecho humano, que es cubrir las necesidades básicas del pueblo. Como pasó con todas las autocracias, el pueblo la expulsará. Es cuestión de tiempo.

13/2/2007

Dr. Marcelo J. Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar

Guerra Religiosa III

En un reciente debate sobre religión en el que participaron un shej musulmán, un rabino judío y un sacerdote católico, todos coincidieron que había un solo Dios, y que era de origen común en las tres religiones.
En el antiguo testamento judío, Dios es designado Jehová; en el nuevo testamento cristiano, es El Señor y en el Corán es Alá. Es el mismo Dios. No obstante, en las tres religiones se han producido violencias y guerras internas feroces por el poder político, teñidas con disidencias interpretativas del dogma.
El actual creciente conflicto entre las tres religiones debe ser contenido. El cristianismo y en especial la Iglesia Católica por su estructura y difusión, deben continuar su tarea de integrar la convivencia entre los tres credos. Tienen la enorme responsabilidad de cumplir con el mensaje bíblico de dar paz a los hombres que ama el Señor. Las acciones de Juan Pablo II y de Benedicto XVI en la búsqueda de la comprensión interreligiosa son la esperanza que las religiones puedan apartarse de la guerra política y de poder existente.
Día a día hay episodios de violencia, exhibidos como guerra religiosa. Su efecto es subliminal, no percibido conscientemente, pero influencia las conductas. También es funesto decir que es una guerra de civilizaciones.

13/2/2007
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar

N.B.: Se autoriza su difusión.