jueves, diciembre 04, 2008

Defensores del gigantismo estatal

El Estado es una creación legal de la sociedad para defenderse de ataques externos a su territorio y a sus bases culturales, para dirimir en los conflictos inevitables entre los habitantes, remediar catástrofes y cubrir necesidades básicas sociales no satisfechas. Nadie cuestiona la existencia del Estado, y por ser una creación social, el Estado no necesita de defensores.
El explosivo crecimiento de la población y de los medios de información, mostraron crisis sociales estructurales, lo que derivó en la falseada ideología de que el Estado debía resolver todos los problemas. El comunismo explotó, las socialdemocracias (cubrir las necesidades desde la cuna a la tumba) se convirtieron en partidos de centro, pero perduran el trágico populismo, un titulado “progresismo” y el fanatismo ideológico de izquierda.
Populistas o progresistas defienden agresivamente el paquidermo estatal y su intervención en la economía y en las libertades ciudadanas. Lo que protegen es su poder en un Estado amorfo para su beneficio personal, siendo intrínsecamente venales y corruptos. A nuestro país, le cuesta más de sesenta años de empobrecimiento. Los violentos de izquierda son minoritarios, paranoicos de difícil curación, ávidos de poder y socialmente peligrosos.
Vencer al populismo necesita apoyo ciudadano al mensaje que le asegure su prosperidad. Los paranoicos son democráticamente irrecuperables.


Dr. Marcelo Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar

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Sabiduría de sensatos comunistas

Deng Xiaoping, vicepresidente de China, decía a asistentes del XXI Congreso del Partido Comunista: “nunca me convencerán que es mejor ser pobre que rico” y “crecer rico es magnífico”. En relación con la inversión privada o pública decía: “no importa si el gato es negro o blanco, sino que cace ratones”. Promovió la inversión privada nacional, atrajo la extranjera, las liberó de controles, reintrodujo el beneficio como principio básico de la vida económica, se incorporó al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial, a la OMC y estrechó relaciones con Estados Unidos y Japón. El resultado fue el desarrollo económico, sacando de la miseria a trescientos millones de chinos que se sumaron a la clase media. El motor fue la inversión privada
El genocida comunista Fidel Castro mantiene en la miseria a su pueblo, el payaso Chávez, “socialista del siglo XXI”, lleva al pueblo a la indigencia, lo que parece repetirse con otros presidentes latinoamericanos.
En Argentina el gobierno, ineficiente y corrupto, crea empresas estatales y estatiza privadas; invierte irracionalmente; espanta la inversión extranjera; intimida la empresa nacional; considera que el beneficio es perverso; combate al FMI y a Estados Unidos aliándose con filo dictadores mundialmente desprestigiados; viola derechos, etc. El resultado será pobreza y miseria.
Sin inversión privada productiva y social no hay prosperidad.

4/12/08


Dr. Marcelo Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar

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martes, diciembre 02, 2008

La inversión como cuestión social

Para atender las necesidades de la población hay que aumentar la inversión en los sectores productivos, de servicios y en infraestructura, en ciencia y tecnología y en bienes sociales, educación, salud, vivienda, agua potable, etc. Con el actual nivel de inversión en Argentina es imposible responder adecuadamente a los crecientes requerimientos de la sociedad.
Expresar que con ese nivel de inversión nacional nuestro país pueda recuperar las décadas perdidas, salir del estancamiento y mejorar los salarios es un delirio. Se agrava el problema con la ideología de la mayoría de los dirigentes políticos - que no representan al pueblo, usándolo en contubernios - que sostienen que las políticas de inversiones son una responsabilidad indelegable del Estado y que para justificarlas mienten y deforman la realidad.
La deficiencia intelectual de esos dirigentes es desconocer que el Estado Nacional es un organismo enfermo y corrupto, que requerirá décadas para ordenarse; que el déficit de inversiones se agravará; que acrecentar las inversiones no es una cuestión ideológica sino una urgencia social coyuntural y de proyección futura; que ante la falencia del Estado, deben aprovecharse las energías del sector privado, disponiendo que las inversiones pagadas en efectivo sean computadas como pago a cuenta del impuesto a las ganancias.
Creer que sin inversiones la sociedad mejorará, es vivir en el limbo.

2/12/08

Dr. Marcelo Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar

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