jueves, agosto 18, 2005

Justicia

El pueblo conjetura que la expresión “sentencia judicial” es un rayo fulminante, que por divina disposición castiga o premia. Con esa percepción pública, la Justicia se convirtió en una Diosa intocable e imperecedera. Los que relativizan el valor de las sentencias, son los jueces, que sobre el mismo hecho opinan diversamente, los abogados, aficionados a las apelaciones y la historia de los pueblos, que acepta lo antes castigado y pena lo antes admitido.
El reconocimiento del derecho del pueblo a la Justicia, no es un tema de diosas, es un tema terrenal, que como tal debe ser tratado. Prácticamente es la Organización de la Administración de la Justicia, tarea de especialistas experimentados, para lo que, los Doctores en Derecho no han sido enseñados. El deterioro del sistema judicial se constata en el colapso de tribunales y en los expedientes que duran decenas de años: Sancho Panza, sabio juez de la ínsula Barataria, administraba justicia. La modificación constitucional incluyendo a políticos en el Poder Judicial es un retroceso nefasto.
Las Cortes Supremas, nacional y provinciales deben reorganizar la Justicia con apoyo de especialistas, para que el pueblo goce en plenitud de su derecho a la Justicia.

18/8/2005
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar
Centro Segunda Republica
Te.: 4815-8584

martes, agosto 16, 2005

Presidentes

Los países latinoamericanos adoptaron como forma de gobierno el sistema presidencial, siguiendo el modelo de Estados Unidos. El proceso histórico que en ese país derivó en la instalación del presidencialismo, tuvo dos fuentes principales: un grupo armónico de hombres esclarecidos, que se les reconoce ser “los padres fundadores” y la preexistencia de Estados que eran celosos defensores de los derechos de sus habitantes y de sus autonomías. El presidencialismo fue acotado y restringido.
La formación histórica latinoamericana y argentina es culturalmente de gobiernos absolutos, con caudillos y señores feudales en guerra. Las constituciones las dictaron los vencedores, y el presidencialismo latinoamericano, derivó en la autocracia, los favoritos, el desenfreno y la corrupción. La inestabilidad política es una constante, porque el poder central no está ni acotado ni restringido.
El presidencialismo argentino es irrecuperable institucionalmente. Impide el armónico ordenamiento político y social. El gobierno federal debe organizarse con las pautas del sistema parlamentario, con un presidente representante del país y parlamentarios, electos por el pueblo de cada circunscripción, que pueda controlarlos y removerlos. El parlamento designa y remueve al primer ministro.

16/8/2005

Dr. Marcelo J. Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar
Centro Segunda Republica
Tel.: 4.815-8584