jueves, noviembre 22, 2007

El absurdo Chávez

Chávez, en su alucinación, quiere imponer el “Socialismo del Siglo XXI” al sacrificado pueblo venezolano. Oculta que la utopía comunista del siglo XIX produjo millones de muertos de hambre en el siglo XX, decenas de millones de muertos políticos en guerras internas en Rusia y China, masacres en el sur de Asia y en África y asesinatos en Cuba. Nada lo arredra: se arma para una guerra que no se producirá, esparce el odio, dilapida en corrupción interna la riqueza petrolífera, financia la corrupción política de gobiernos afines o de los que se han convertido en sus dependientes, como el argentino y propone proyectos impresionantes, económicamente inviables. Es un fantoche.
El Imperio, como él lo denomina, no invadirá Venezuela. Algo aprendió después de las experiencias de Viet Nam, Afganistán, Irán, etc. Dejará que el régimen se cocine en su propia salsa, destruyéndose a si mismo o redireccionando su ordenamiento socioeconómico por la presión social interna del pueblo, como sucedió en Rusia soviética, los países comunistas del este europeo, China, Viet Nam, o Libia.
Las sociedades y el hombre ya no soportan a dictadores y cada vez se rebelan con mayor fuerza en defensa de la libertad. Chávez caerá, por su corrupción e irracionalidad, con reforma constitucional o sin ella, solo es cuestión de tiempo. Desgraciadamente, el sufriente será el pueblo venezolano.

22/11/07

Dr. Marcelo J. Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar

martes, noviembre 20, 2007

Trabajo, enaltecido y santificado

El hombre genéticamente es un esforzado creador. Lucha para superar su ignorancia del mundo en que vive y las limitaciones que le impiden alcanzar la satisfacción de sus necesidades. Apareció el “homo sapiens” y el “homo faber”.
Los maravillosos avances sociales de nuestra civilización, producto del trabajo del homo sapiens y del faber, han generado corrientes políticas sociales, desvalorizando la trascendencia espiritual del esfuerzo. La expresión “ocio creativo” es una contradicción, porque donde hay creatividad no hay ocio.
El hombre se enaltece con el trabajo y si deja de trabajar pierde su lazo con la vida. Las religiones también lo exaltan, declarando que el hombre se santifica con el trabajo.
Pero no hay posibilidad de grandeza en el trabajo del hombre si no tiene libertad para responder al destino para el que fue creado. La libertad del hombre en permanente creación, es la condición necesaria para el avance de la sociedad, y la civilización.
A pesar de todos nuestros esfuerzos, comprender el mundo en que vivimos y alcanzar la paz interior del hombre no se ven cercanos.

20/11/07

Dr. Marcelo J. Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar