viernes, abril 09, 2010

GASTO PÚBLICO INFLEXIBLE

La dimensión del gasto público es una decisión política.
Algunos opinólogos y economistas sostienen que el gasto público no puede disminuirse porque la estructura del Estado es rígida, que el Estado debe atender los crecientes requerimientos sociales que no cubre el sector privado, y que hay temas relacionados con la soberanía política que son indelegables. Con esos conceptos, distorsionados de la realidad nacional, se justifica el barril sin fondo que es el gasto público, el endeudamiento vicioso del país, el crecimiento de la exacción impositiva, el gigantismo enfermo de la administración pública y la difusión del proceso de corrupción.
Algunos legisladores, ignorantes irrecuperables, sostienen con tono de académicos que “no se puede desfinanciar al Estado”, y se repantigan en sus sillones, orgullosos de su frase, sin medir la pobreza social que generan.
Si se suprimen los paralizantes subsidios, las pérdidas que generan las ineficientes empresas del Estado, la dilapidación, las obras públicas decididas por razones electorales, y se penaliza la corrupción en las contrataciones y manejo del dinero público, es posible disminuir el gasto en el 30%.
Un nuevo gobierno, imbuido de la trascendencia de disminuir el gasto, podrá hacerlo, creando resguardos en defensa de la estabilidad de los salarios. El inevitable ajuste económico debe soportarlo el Estado, no la ciudadanía.

08/04/10

Dr. Marcelo Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar
www.segundarepublica.blogspot.com

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lunes, abril 05, 2010

PRESIDENCIA Y CONGRESO

El enfrentamiento político entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo es una lucha que paraliza el país, y no aparece una vía institucional de solución.
Estos enfrentamientos no son novedad en nuestra historia, y se producen cuando el Presidente es inepto para la función, la viola o ignora la voluntad de la ciudadanía. Son los casos de Juárez Celman, Irigoyen, Castillo, Illia, Perón e Isabel Perón, que se resolvieron con revoluciones. Como las revoluciones no resuelven los problemas, el gran tema es evitar la repetición de parálisis en el futuro.
Si nuestro sistema de gobierno es la democracia, el gobierno y el poder son del pueblo, y la voluntad del pueblo debe ser expresada por sus representantes en el Parlamento. Es respetar la democracia. Dar el mismo poder a un presidente, designado por hechos circunstanciales o por contubernios políticos, ignorando sus características personales y que sufre los inevitables cambios físicos y psíquicos de la naturaleza, es un salto al vacío.
Nuestro sistema presidencial, como el de los países latinoamericanos, es una errada copia del de EUA, que deriva permanentemente en revoluciones.
Nuestra Constitución debe enmendarse, adoptando el sistema parlamentario, para que el gobierno sea del pueblo, el que designa o remueve al ejecutor de la política y administración del Estado, sin crisis institucionales.

05/04/2010

Dr. Marcelo Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar
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