Hace sesenta años, se impulsó en Argentina el sistema político corporativo, que consiste en agrupar sectores sociales o económicos con intereses comunes. Cada corporación lucha por conseguir sus prebendas; el Gobierno decide sobre su procedencia o dirime en los casos de conflicto. El éxito de la corporación depende de su cercanía al gobierno y de su capacidad de presión o negociación. Los beneficios corporativos se institucionalizan con leyes o decretos de cumplimiento obligatorio, y su costo es soportado por la población.
La libertad de trabajo, la búsqueda de eficiencia y avanzar tecnológicamente no son sus prioridades; lo importante es aliarse al Gobierno, que con su poder político beneficia algunos sectores y destruye a otros.
Emergieron las corporaciones: la sindical única, que impide la libertad sindical violando la Constitución que impone “Organización sindical libre y democrática, con la simple inscripción” y cuyos dirigentes se matan entre ellos para tener el botín del poder y de la corrupción; las empresariales politizadas, que exigen subsidios operativos y cambiarios, y las profesionales, que fijan los honorarios y adicionales, beneficiando a matriculados o a la corporación.
Corporaciones politizadas estratifican la sociedad, en una lucha de todos contra todos por los privilegios y destruyen la creatividad y la libertad.
20/12/2007
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar
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