La Convención constituyente de 1994, demostró que la exigencia de convocar a una Convención para reformar la Constitución es un salto político al vacío. La ciudadanía no sabe y no tiene tiempo ni tiene capacidad para analizar que es lo que se pretende reformar y la Convención, por vía interpretativa, resuelve lo que a los convencionales circunstancialmente les parece.
En 1994, se injertó el Art. 38, declarando “los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático”, lo que no pasa de ser una vulgaridad. Antes de cumplirse diez años de su sanción, los partidos políticos estaban en crisis y en el 2007, las dirigencias partidarias, penetradas de amoralidad y corrupción, impiden la democracia. Se han creado cerca de mil partidos políticos, por ser un oficio rentable, recibir dinero del Estado, facilitar los contubernios, estar cerca del poder y beneficiarse con la corrupción. Hoy el sistema se denomina despectivamente “partidocracia”.
La reglamentación del Art. 38 endureció el sistema, y es crudamente defendida por las dirigencias. Los insensatos convencionales de 1994 creyeron que un artículo resolvía los problemas políticos.
El Art. 38 debe ser eliminado de la Constitución y deben dictarse las leyes para permitir la reforma política. No resuelve nada llorar sobre la leche derramada.
06/11/2007
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
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