La sociedad organiza mediante acuerdos comunitarios la forma de defender su territorio, armonizar los conflictos internos y estimular el trabajo y la creatividad del hombre para el progreso material y espiritual de la sociedad. Aparece así un ente etéreo que se denomina genéricamente Estado, cuya única justificación son esos concretos objetivos. Pero el Estado se integra con hombres, ávidos de autoridad y poder, que lo convierten en opresor de la sociedad que les delegó facultades. La opresión al trabajo surge de las decenas de miles de exigencias burocráticas nacionales, provinciales, municipales, impositivas, laborales, etc., cuyo cumplimiento la población debe afrontar. La sociedad se resiste al abuso estatal, tratando de liberarse de esas exigencias. La opresión a la creatividad surge de la absorción por el Estado de capitales privados, cuya inversión daría sustento material para que fructifiquen nuevos proyectos e ideas que generen oportunidades de trabajo y amplíen las fronteras intelectuales. La falta de inversión condena a la pobreza. Finalmente, la corrupción estatal crea una cultura antisocial, de conflictos internos y de deterioro económico. En Argentina, el Estado es el primer causante del empobrecimiento del pueblo.
09/11/2007
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar
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