La conducción de un país, se integra con dos ámbitos. El primero es el de la decisión sobre los objetivos nacionales, que en un sistema democrático, están definidos por el voto libre de la ciudadanía. El segundo es el de la administración de los recursos humanos y materiales para prestar los servicios que requiere la sociedad y alcanzar los objetivos nacionales que ha definido.
En Argentina, no existen objetivos nacionales, porque la ciudadanía no puede expresarse libremente. La democracia es una caricatura. Está profundamente viciada por la corrupción política, que no repara en violar la Constitución y las leyes, compra votos, dirigentes políticos y miente al pueblo sobre las causas reales del deterioro y empobrecimiento ciudadano.
Si la ciudadanía votara en libertad, definiría dos grandes objetivos nacionales: mejorar el nivel de vida de los habitantes y recuperar el orgullo por nuestra patria, con las bases culturales que formaron nuestro país.
La administración del Estado está desmantelada. Los más importantes cargos se adjudican a incondicionales políticos, ignorando el requisito constitucional de idoneidad y el de los valores éticos. La administración es ineficiente, carece de control, y está penetrada de corrupción.
Sin administración ni objetivos nacionales, no tenemos futuro. Hay que involucrarse en la lucha para asegurar el futuro nacional y el de la ciudadanía.
7/5/ 07
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