La historia argentina y la política actual muestran que los ex presidentes no aceptan perder poder político. También que, cuando fueron presidentes, organizaron su aparato político y de intereses para recuperar el poder. Este tipo de caudillismo es malo para la organización política e institucional del país. No se posibilita la aparición de nuevos estadistas que respondan a los cambios sociales.
Si un ciudadano llegó a la presidencia, alcanzo la cúspide de su labor política; nada de mayor significación puede esperar, salvo el poder por el poder mismo. El cementerio esta lleno de hombres considerados irremplazables.
La posibilidad que un ex presidente pueda ser elegido nuevamente debe ser suprimida de la Constitución, enmendándola.
La enmienda es necesaria hasta tanto se remplace el actual presidencialismo autocrático o monarquismo absoluto, por el sistema parlamentario donde se pueda destituir al primer ministro por mal desempeño.
27/9/2004
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
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