En el renacimiento, Nicolás Maquiavelo publicó en 1532 su obra “El Príncipe”, que describe las argucias y los métodos inmorales empleados por los gobernantes para obtener y conservar el poder. Su prototipo fue Cesar Borgia, militar, político y eclesiástico, de costumbres licenciosas, temperamento violento, sin escrúpulos, traicionero y cruel con sus rivales. El libro fue guía para políticos: el fin justifica los medios, y un gobernante no está atado por normas éticas. Federico II el Grande, de Prusia, escribió el “Antimaquiavelo”, publicado por Voltaire en 1740, defendiendo el gobierno pacífico e ilustrado.
La violencia del renacimiento era entre príncipes. El pueblo era de súbditos y vasallos, obligados a obedecer. En el siglo XXI, el pueblo es de ciudadanos, con derechos y libertades. El nuevo maquiavelismo, es la perversión masiva de ciudadanos, con corrupción, privilegios, y dádivas, convirtiéndolos en súbditos y vasallos políticos.
Los políticos maquiavélicos íntimamente desprecian al pueblo y su dignidad humana, usándolo para sustentar su poder. Deterioran al ser humano, impidiendo el mejoramiento social. Son violentos, sin escrúpulos, y traicionan la sociedad.
14/02/2005
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
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