El bajo nivel salarial de los trabajadores, es producto de la incapacidad de la economía de generar nuevos puestos de trabajo, lo que se traduce en la desocupación y en la caída del poder adquisitivo del salario. Elevar el salario mínimo a $ 550 cuando la canasta básica está en $ 800, es un sarcasmo estatal que ofende la inteligencia de los argentinos, así como los planes jefes de hogar de $150, y las jubilaciones mínimas.
Generar puestos de trabajo requiere inversiones físicas y en capacitar la fuerza laboral. Argentina ha descapitalizado su sector productivo, lo que le impide desarrollar un fuerte proceso de inversiones. El gran responsable es el sistema impositivo, que deteriora inevitablemente a los más desposeídos.
Los impuestos que impiden la formación de capital y consiguientemente la inversión productiva, se estiman en el 2004, en $ 48.715 millones, equivalentes a 16.238 millones de dólares, que actualmente se dilapidan. Estas enormes cifras, que anualmente se repiten, si se invierten en los sectores productivos, incrementarán los salarios. Hasta tanto se eliminen esos impuestos, el Estado debe reintegrar el capital a las empresas, con un título de crédito que les permita invertir.
15/11/2004
Dr. Marcelo J. Castro Corbat (C. Econ.)
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