Las ciudades de Argentina están siendo penetradas de asentamientos de indigentes que viven en el barro, la miseria, y se alimentan de las limosnas y de los hurtos. Es el escándalo de la pobreza, denunciado por la sociedad.
China comunista, infinitamente más pobre que Argentina, comprendió que los bienes debían producirlos los más capaces, liberalizó la economía e incorporó a la clase media a centenares de millones de habitantes. Brasil con un presidente socialdemócrata, comprendió que había que generar riqueza, e impulsó la empresa privada y se menciona que sacó de la pobreza a 30 millones de ciudadanos.
Esos países aceptaron que el Estado era inexperto e incapaz de generar la prosperidad del pueblo y se apoyaron en la empresa privada y en el esfuerzo creativo y productivo de los ciudadanos. Les dieron libertad y estímulos. En Argentina, la autocracia gobernante insiste que el Estado puede producir y distribuir la riqueza: no ven que la Administración Pública está desquiciada por su ineficiencia, ser refugio de incapaces, y su gigantismo incontrolado. Debe añadirse que la autocracia populista estimula el enfrentamiento de ricos contra pobres, en vez de unirlos para que todos los argentinos prosperen.
La corrupción y la dilapidación, con denuncias a nivel presidencial, generan la pobreza del pueblo. Corrupción y progreso son incompatibles.
Dr. Marcelo Castro Corbat
Centro Segunda República
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NB: Si vive en Argentina necesitamos recibir su opinión. Si coincide, difúndalo.
1 comentario:
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