La historia política de los últimos sesenta años, se ha caracterizado por el denominado “doble discurso”, que podría sintetizarse diciendo que es el que proponen y proclaman líderes políticos para ganar elecciones, sabiendo que lo que proponen no podrá cumplirse, o que no se preocuparán en cumplirlo, o que viven en las tinieblas de la falsedad de sus propuestas.
Salvo honrosas excepciones, el discurso político es intrínsecamente mentiroso o ignorante. Las campañas políticas son competencias de quien ofrece más utopías, descubre más enemigos del pueblo o dice más trivialidades. Nada se puede construir con el engaño, y la corrupción electoral. Es despreciar la sensatez y comprensión de la ciudadanía.
Al pueblo hay que presentarle crudamente la enferma situación social, y que esta calamidad nadie puede revertirla en corto tiempo. También hay que insistir en otra gravísima carencia: que el país no tiene rumbo, viviendo abrumado por las urgencias y desórdenes diarios, lo que le impide cimentar su futuro y paraliza a su población.
El discurso para el país debe ser de esperanza y veraz, no tramposo. En cinco años se puede absorber la desocupación y la pobreza, y en no menos de veinte años se puede recobrar la calidad de vida del pueblo. La ciudadanía lo puede hacer, con una fuerte inversión privada, eliminando impuestos.
06/06/08
Dr. Marcelo Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar
N.B.: Se autoriza su difusión
Salvo honrosas excepciones, el discurso político es intrínsecamente mentiroso o ignorante. Las campañas políticas son competencias de quien ofrece más utopías, descubre más enemigos del pueblo o dice más trivialidades. Nada se puede construir con el engaño, y la corrupción electoral. Es despreciar la sensatez y comprensión de la ciudadanía.
Al pueblo hay que presentarle crudamente la enferma situación social, y que esta calamidad nadie puede revertirla en corto tiempo. También hay que insistir en otra gravísima carencia: que el país no tiene rumbo, viviendo abrumado por las urgencias y desórdenes diarios, lo que le impide cimentar su futuro y paraliza a su población.
El discurso para el país debe ser de esperanza y veraz, no tramposo. En cinco años se puede absorber la desocupación y la pobreza, y en no menos de veinte años se puede recobrar la calidad de vida del pueblo. La ciudadanía lo puede hacer, con una fuerte inversión privada, eliminando impuestos.
06/06/08
Dr. Marcelo Castro Corbat
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