En la revolución de 1943, Perón se hizo cargo del gobierno de un país rico que, como es inevitable en toda sociedad, tenía desequilibrios sociales y especialmente políticos. “Manu militari” decidió resolverlos creando la Justicia Social: dilapidó la riqueza, e instauró la corrupción. La crisis de 1951/2 demostró su falacia, el estancamiento y el rechazo social.
La revolución de 1955 fue para sacarlo a Perón; los problemas se resolverían después. Craso error: Los revolucionarios, por discrepancias internas fracasaron en ordenar el país. Por ese fracaso, volvió Perón triunfante, ya sabiendo que muchos de sus ex seguidores querían matarlo.
Muerto Perón, apareció la avalancha de sus herederos, peronistas apócrifos, que se pelean por alcanzar el Poder y las prebendas del Estado, el último de los cuales es el estropicio cortesano llamado “cristinismo”.
En 2012, se repite la ceguera política del 55: sacar a Cristina sin saber que hacer después para restaurar la convivencia social, el respeto entre los argentinos y su prosperidad. La urgencia nacional es tener un programa para resolver las exigencias sociales y recuperar el orden institucional.
El mensaje debe ser de: condena a los que incitan el enfrentamiento entre argentinos; que la prosperidad la construiremos entre todos; que hay excelentes oportunidades mundiales para elevar los salarios; que somos genéticamente inteligentes y creativos, y que podemos hacerlo.
Dr. Marcelo Castro Corbat
Centro Segunda República
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NB: Si vive en Argentina necesitamos recibir su opinión. Si coincide, difúndalo.
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