Los ideales que inspiraron la Constitución de 1853/60 han sido desnaturalizados por las malas praxis políticas. Los “derechos de exportación”
se autorizaron “hasta 1866”. En la reforma constitucional de 1866, se eliminó el plazo con la excusa de los gastos de la guerra contra Paraguay. Se ahondó el desequilibrio económico financiero de las provincias y apareció el abusivo poder económico y político de las Autoridades de la Nación.
La forma de gobierno “representativa” es una ficción constitucional porque los representantes son de los partidos, no del pueblo, al que engañan o pervierten y que crearon la maraña de impuestos que lo empobrecen.
En la reforma de 1994, el Art. 38 dispone: “Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático”, lo que es un sarcasmo que agravia a la ciudadanía, visto los resultados de su vigencia.
El Art. 38 no era necesario: ya existían leyes; los partidos en sus actuales términos, son percibidos por el pueblo como centros de contubernios, amiguismo, corrupción, pactos espurios y fuente de ingresos; es el gobierno de la partidocracia; se han convertido en una plaga incontrolable; no sostienen ni defienden el interés de la sociedad ni la respetan; y lo mas grave, son el tapón entre el pueblo y el gobierno, al que le impiden gobernar. El desquicio político seguirá hasta que se enmienden el Art.38 y sus leyes.
Dr. Marcelo Castro Corbat
Centro Segunda República
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