Argentina vive una interminable crisis política desde 1810. Los dirigentes se mataban por la conducción del ex Virreinato hasta el fusilamiento de Dorrego y la muerte de Lavalle. Apareció Rosas, reelegible indefinidamente y en permanente guerra interna hasta que es vencido en Caseros. Urquiza sanciona la Constitución de 1853 diseñada por Alberdi siguiendo el modelo de EEUU y es designado Presidente. Guerrea contra Mitre para aplicarla. En 1860 acuerdan modificarla y Mitre es nombrado Presidente. Siguen guerras con caudillos del interior. En 1884 el Presidente Roca impulsa a su cuñado Juarez Celman a la Presidencia para facilitar su reelección después del interregno constitucional de seis años. Juarez Celman organiza el “unicato” político, rechazado por la ciudadanía, y no puede resolver los problemas del país. La revolución de 1890 lo expulsa del poder, En 1905 los radicales hacen una revolución reclamando el derecho de voto de la ciudadanía, sin éxito. En 1930, el Presidente Yrigoyen, físicamente discapacitado, es destituido. Siguen decenas de revoluciones, golpes de palacio, y acuerdos viciados entre políticos, que son espurios y rechazados por la población, que siguen hasta el año 2011.
Resumiendo los 201 años políticos: 50 años de crisis y guerras internas y 151 años regidos por una Constitución que creó un presidencialismo fuerte proclive a los excesos, que altera el equilibrio de poderes, ignora que el gobierno es de la ciudadanía por medio de sus representantes y anula el federalismo.
En EEUU los Estados tenían poder político y sus representantes eran fuertes defensores de los derechos y libertades de sus Estados y de sus pobladores, lo que era reconocido y aceptado por el gobierno central. En Argentina las provincias no tenían capacidad para enviar representantes por lo que contrataban a porteños a los que designaban “alquilones”. Los porteños designaban desdeñosamente a las provincias como “los trece ranchos”.
El Presidente Washington inició la tradición de solo dos mandatos presidenciales, respetada por los que lo sucedieron, hasta que apareció el populista F. D. Roosevelt que se hizo elegir cuatro veces. Cuando murió, el Congreso enmendó la Constitución estableciendo el máximo de dos mandatos.
En Argentina, el poder institucional y los recursos los tiene el Presidente, que influye sistemáticamente en la designación de los gobernadores y legisladores al Congreso. La estructura y funciones presidenciales han seguido creciendo hasta ser hoy una autocracia presidencial, sin control parlamentario. El Presidencialismo argentino no tiene ninguna similitud con el de EEUU.
Cada día se levantan más voces para remplazar: nuestro sistema presidencial autocrático por el parlamentario y el centralismo unitario por la forma federal de gobierno. Los que defienden al presidencialismo sostienen que el parlamentarismo también tiene defectos, lo que es verdad porque no hay ninguna obra humana perfecta. Pero el grado de deterioro institucional que sufre el país, requiere una reforma constitucional.
Dr. Marcelo Castro Corbat
Centro Segunda República
segundarepublica@fibertel.com.ar
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