Sobre la siniestra brecha entre ricos y pobres, opinan en todo el mundo los políticos, sociólogos, clérigos, literatos, académicos, vendedores de diarios, economistas, etc. En Argentina, el problema no lo han resuelto ni la Constitución, ni las leyes, ni los decretos, ni el Estado, ni los políticos, ni la corporación gremial, ni los lobby empresarios, ni los opinólogos.
La solución en Argentina es obvia y elemental: se requieren - más empleos y - aumento real de salarios, y la brecha disminuirá. El Gobierno, con su funesta política impositiva y de precios, impide la capitalización de ciudadanos, de la empresa privada y la inversión. Y sin inversión privada no puede haber mas empleos, ni aumento de sueldos, ni mejoramiento social.
La inversión crea riqueza para el que invierte, para los que trabajan, multiplica la productividad del hombre y cubre las necesidades sociales. El tema no es ideológico ni una elucubración: es simplemente sentido común. Pensar que nuestro enfermo, corrupto e ineficiente Estado puede cubrir las crecientes necesidades de inversión de la población es un ensueño.
Siempre existirán diferencias en los ingresos, porque los talentos y creatividad de los hombres son diferentes. Nada se mejora con maldecirlas. Lo que debe impedirse es que el Estado convierta las diferencias en deformaciones sociales de ricos inmensamente ricos y pobres en la indigencia.
12/09/2008
Dr. Marcelo Castro Corbat
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