Hace años, en tiempos de intervencionismo estatal en la economía, el dueño de una usina pasteurizadora de leche le dijo a funcionarios del gobierno: “Ustedes me fijan el precio de la leche, de los sueldos, del transporte, los impuestos y el precio de venta. Como no aguanto mas, ahora me tienen que dar la plata para seguir”. En 2008, esa destructora política contra las empresas y los empresarios se repite en forma generalizada.
Cuesta creer que la Presidenta dijera, “envidio muchas cosas de Brasil, pero especialmente, a la clase empresarial que tiene”, y después criticara la falta de autoestima y de espíritu de grandeza de los empresarios argentinos.
Entre los muchos temas que ignora la Presidenta está la historia de la decadencia económica y social Argentina, que hasta principios de la década de 1940, era el país más rico de toda Latinoamérica, incluido Brasil, y eso fue obra del empresariado argentino. Después vino el estatismo, la corrupción, la corporación sindical, el ataque al empresario argentino, su destrucción y el mundialmente inexplicable retroceso nacional.
La insistencia de la Presidenta, en que la intervención del Estado es indispensable para la prosperidad de los habitantes, es una ideología ya fracasada y una total ignorancia del grado de enfermedad del Estado argentino.
10/09/2008
Dr. Marcelo Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar
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