Sus deformaciones conceptuales y operativas son: - La economía genera suficientes bienes para cubrir las necesidades de toda la población: falso; - Hay que distribuir la riqueza igualitariamente: anula la creatividad y el ahorro; - El Estado debe ser el distribuidor: distribuye equitativamente la pobreza; - El gigantismo del Estado interfiere en todas las actividades humanas: expande su ineficiencia, la dilapidación y la corrupción; - El déficit del Estado se cubre aumentando impuestos: se empobrece la población; - Cuando no alcanzan los impuestos, se endeuda el Estado en el exterior e internamente: se hipoteca el futuro; - Cuando ya nadie le presta al Estado, estalla la crisis: el Gobierno de turno debe practicar el “ajuste”, que lo sufre toda la población; - Crece el desempleo, la baja de sueldos y se desatan los conflictos sociales que paralizan el país.
Cuba “ajustó” disminuyendo el 10% de los empleados públicos (500.000). Argentina repite el camino de los países europeos en crisis, e inició un tembloroso ajuste al pueblo. Al que hay que ajustar es al monstruo estatal.
Dr. Marcelo Castro Corbat
Centro Segunda República
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