Los excesos del unicato de Juárez Celman, generaron la revolución de 1890, y su caída. El deterioro mental de Irigoyen, generó la revolución de 1930 y su caída. El desdén de los derechos políticos ciudadanos por Castillo, generó la revolución de 1943 y su caída. La violación de los derechos y libertades ciudadanas por Perón, generó la revolución de 1955 y su caída. La política sinuosa de Frondizi, generó el golpe de Estado de 1962 y su caída. La inoperancia de Illia, generó la revolución de 1966 y su caída. La ineptitud y carencia de idoneidad de Isabelita Perón, generó la revolución de 1976 y su caída. La ciudadanía había elegido a los presidentes y después los destituyó, por falta de mecanismos institucionales eficaces para removerlos. La incapacidad de conducción de Cristina Kirchner no se sabe como terminará.
El presidencialismo argentino no se reduce al presidente. Es un sistema de acumulación incontrolable y viciosa de poder político-económico. Legisladores, ministros, gobernadores, jueces, intendentes, sindicalistas, empresarios, etc., que rodean al presidente, son sus incondicionales porque mantener el sistema les asegura los beneficios del poder.
El presidencialismo es perverso. Debe remplazarse por el sistema parlamentario, que impide la autocracia, porque el Parlamento puede deponer al Primer Ministro, Jefe del Gobierno, sin quiebres institucionales.
09/06/08
Dr. Marcelo Castro Corbat
segundarepublica@fibertel.com.ar
N.B.: Se autoriza su difusión
No hay comentarios.:
Publicar un comentario