Argentina fue un país sorprendente, donde los inmigrantes y sus hijos, hasta la mitad del siglo XX, ascendían en la escala social, prosperando y elevándose culturalmente. Tenía movilidad social, con mejoramiento económico, social, ético e intelectual en todo el territorio nacional.
A partir de la década del 40, se instaura el populismo; en los 50, una grotesca socialdemocracia a la criolla, el estatismo y su derivado natural, la corrupción de los que detentan el poder. El proceso se agrava con la reforma constitucional de 1994.
La consecuencia ha sido que la movilidad social se interrumpió, sumiendo en la pobreza a un inadmisible número de habitantes. Se consiguió igualar para abajo a la ciudadanía, y generó un desequilibrio vicioso con la aparición de un grupo reducido de muy ricos, designado políticamente como la brecha entre ricos y pobres. Ese desorden social fue producido por irracionales y destructoras políticas de los gobernantes.
Los países que progresan, tienen movilidad social; los otros, la impiden. En nuestro país se paralizó el ascenso social por la acción catastrófica de falsos predicadores de bienestar y justicia social, que perversamente deterioraron el potencial de prosperidad de sus habitantes. Hay que terminar con la indignidad.
5/10/2005
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
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Centro Segunda Republica
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1 comentario:
Cuantas similitudes con Venezuela. Que triste.
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