La ciudadanía argentina sufre los efectos de un presidente autocrático, con inclinaciones dictatoriales, que insiste en dividir la sociedad en clases: los excluidos empobrecidos y los ricos que se benefician con la pobreza del pueblo. Es una ideología grotesca, que en el siglo XXI ni los comunistas la defienden. El desarrollo económico, comprendiendo prosperidad, educación, cultura y salud, solo es posible en sociedades que no estén internamente enfrentadas.
El presidente y adictos seguirán con maniobras electorales, falsas promesas y denuncias, para afianzar su poder político, pero como el país está en lento pero seguro deterioro, si sigue la democracia republicana, la ciudadanía terminará expulsándolos.
El riesgo del escenario es que presidente y adictos, ante el peligro de esa expulsión, extremen su ideología, avanzando hacia un régimen dictatorial, de hecho o de derecho, y alteren el natural, valiente y trabajoso proceso de recomposición del país, la sociedad y la prosperidad del pueblo. Las experiencias de Castro, Allende y Chávez no deben dejarse de lado.
La ciudadanía debe estar atenta ante el potencial riesgo.
22/9/2005
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
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Centro Segunda Republica
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