Salvo algunos pocos casos, los imperios han decaído porque el germen de la corrupción destruyó el entramado social, los valores culturales, la economía y la prosperidad del pueblo. Cada día se destaca más el efecto catastrófico de la corrupción. Como derivación de la corrupción, los imperios perdieron guerras y desaparecieron.
Argentina se independizó buscando su libertad, resistiendo la corrupción del monopolio comercial español con las Indias, y el despilfarro y excesos de la Corte. El gran exponente de la época fue Manuel Godoy, brillante hombre de origen modesto, al que se le concedió el título de príncipe de la Paz y de duque de Alcudia, fue favorito de la reina Maria Luisa de Parma, (al parecer su amante y protectora), y viajaba haciendo noche en sus posesiones. En 1810, España era un reino descompuesto.
En 2005, Argentina está minada por la corrupción de los que detentan el poder y de sus favoritos. Nada bueno se puede esperar de ellos. Hay que evitar que el rechazo desborde al pueblo, como en el motín de Aranjuez. Careciendo nuestro país de un Poder Judicial con posibilidad de combatir los corruptos, debe intervenir el pueblo para juzgarlos en Juicios por Jurados, agravando las leyes penales.
26/7/2005
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
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