Los países latinoamericanos adoptaron como forma de gobierno el sistema presidencial, siguiendo el modelo de Estados Unidos. El proceso histórico que en ese país derivó en la instalación del presidencialismo, tuvo dos fuentes principales: un grupo armónico de hombres esclarecidos, que se les reconoce ser “los padres fundadores” y la preexistencia de Estados que eran celosos defensores de los derechos de sus habitantes y de sus autonomías. El presidencialismo fue acotado y restringido.
La formación histórica latinoamericana y argentina es culturalmente de gobiernos absolutos, con caudillos y señores feudales en guerra. Las constituciones las dictaron los vencedores, y el presidencialismo latinoamericano, derivó en la autocracia, los favoritos, el desenfreno y la corrupción. La inestabilidad política es una constante, porque el poder central no está ni acotado ni restringido.
El presidencialismo argentino es irrecuperable institucionalmente. Impide el armónico ordenamiento político y social. El gobierno federal debe organizarse con las pautas del sistema parlamentario, con un presidente representante del país y parlamentarios, electos por el pueblo de cada circunscripción, que pueda controlarlos y removerlos. El parlamento designa y remueve al primer ministro.
16/8/2005
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
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